
Sobre este blog
Tags : Henry Molina
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Iniciar un proceso de construcción personal y colectivo es un reto que me he puesto por delante. Este proceso requiere de mucho estudio y comprensión para poder ser capaz de entender la realidad de la que somos parte y poder transformarla.
Hace apenas unos meses cuando comenzaba a pensar en este Blog me llegó a la mente el término concientización, por todo lo que implicaba dentro de un proceso de auto-estudio que estoy realizando. Es entonces cuando descubrí que la palabra concientización es un vocablo no reconocido por la Real Academia de la Lengua Española sin embargo, es una palabra que para mí tiene mucho sentido, para mí en el contexto de una generación, un movimiento, un grupo, unos pensadores y una persona de la cual me siento formar parte.
En el año de 1982, un sábado 25 de diciembre, el padre Arango -el sacerdote jesuita Fernando de Arango- visitaba a mi papá. Estaba en el balcón de la casa conversando con mis padres y fui a saludarlo, al preguntarle como estaba y si el grupo de jóvenes que él “asesoraba” ¿están de vacaciones?, me respondió de inmediato sin titubear, sorprendido por mi ingenua pregunta y muy orgulloso, que el MEC nunca descansa. De inmediato me invito a una jornada de trabajo Solidario en la comunidad de Rancho Arriba en San José de Ocoa, del 26 al 31 de diciembre. Yo le pregunte que era eso de una jornada de trabajo Solidario y me respondió que era la oportunidad, desde un espíritu de servicio de comprometerme como joven con mi pueblo, que conocería la realidad de los campesinos desde la entrega y la solidaridad, me cautivó su respuesta y fue así como a los 13 años entre en el Movimiento Estudiantil de Concientización (MEC) y estuve militando en él hasta que me gradué como abogado.
Fue mi primer contacto con la palabra concientización, que fue sugerida por uno de los muchachos de Arango para nombrar a un grupo de jóvenes que en el año 1976 trabajaron en la primera campaña contra el hambre y luego decidieron mantenerse unidos y formar el MEC. Después el movimiento fue madurando e incorporó como parte propia del mismo, el proceso de concientización (sensibilización, problematización, mentalización, toma de conciencia y concientización) que desarrolló a partir de la pedagogía de Paulo Freire, y que ha marcado mi vida y mi accionar desde entonces.
“La concientización se refiere al proceso mediante el cual los seres humanos, no como receptores, sino como sujetos de conocimiento, alcanzan una conciencia creciente tanto de la realidad socio cultural que da forma a sus vidas, como de su capacidad para transformar dicha realidad.” Paulo Freire
Pretendo que este blog sea un espacio de discusión y de reflexiones que surjan aplicando el método de encuesta –ver, juzgar y actuar- que proviene de los movimientos apostólicos de los años 60, como la Juventud Obrera Católica (JOC), posteriormente fue usada por la Juventud de Estudiante Católicos (JEC), por las comunidades eclesiales de base y grupos asesorados por la iglesia, tanto de campesinos como urbanos y que nosotros aprendimos y aplicamos en el MEC.
Estoy viviendo como ser humano, como dominicano, un proceso en el que trato de observar la realidad, reflexionar para tratar de comprender cada vez más a mi país y como todo dominicano tengo una necesidad casi fisiológica de comunicar lo que voy sintiendo y de esta manera tratar de actuar en la transformación de mi país. Es que para mí, poder compartir ideas, sentimiento, vivencias y reflexiones que transcurren a lo largo de mi vida, contribuyen a un proceso esperanzador de cambio, en el que pretendo comprender la realidad objetivamente.
Vivo donde quiero vivir, en mi país la República Dominicana y creo que esto ya es una gran bendición de Dios, muchos de mis hermanos no pueden vivir en su país, aún cuando lo sueñan y lo anhelan. Mas allá de esta isla, mi isla, tengo y comparto con mis hermanos dominicanos una patria, un identidad, una cultura, unos sentimientos, unos sueños.
No estoy solo, no estamos solos, un dominicano nunca está solo, este es un camino de esperanza, un camino en el que queremos transitar para construir más y mejores oportunidades para todos, un camino de trabajo, responsabilidad, un camino en el que Dios nos guía hacia un sueño: el de ser felices..
Para nosotros, ser felices es la alegría de ver que todos podamos compartir la construcción del país, de nuestro país, de mi país. Es que para nosotros los dominicanos cuando hablamos de nuestra tierra inmediatamente la hacemos nuestra: mi país.
En mi país ser felices significa que todos puedan tener un plato de comida en su mesa, un plato de comida que compartir con quien no lo tiene. En mi país queremos un techo, para todos, que nos cubra de la intemperie, que nos cobije del sereno que nos acurruque con los nuestros. En mi país, tenemos la esperanza que nuestros hijos tengan las oportunidades que nosotros no tuvimos y que estudien para que algún día sean alguien.
En mi país queremos tener dónde llevar a nuestros seres queridos cuando se enferman, queremos que no le falte nada a nuestra gente. Es que mi país es lindo y su gente es alegre y luchadora, este es mi país y le doy gracias a Dios por haberme dejado nacer en su tierra, porque para nosotros los dominicanos, “esta es la tierra de Dios”, aquí compartimos nuestras tristezas y nuestras alegrías.
Cuando hablo de la esperanza de cambio en mi país, evito el dualismo que separa los cambios de las personas de los de la sociedad, tomando conciencia de la necesidad de acciones concretas que nos comprometan y de esta manera contribuir en la generación de procesos de cambio que se transforme con alegría y esperanza en un compromiso, que permitan que todos los dominicanos podamos vivir felices en nuestro país. Para ello tenemos que vivir la esperanza del cambio que nos permita a todos los dominicanos tener el país que soñamos.
Comencemos cada uno a construir el país como lo que es nuestro país, mi país. Quiero vivir un proceso en el que vivamos la esperanza del cambio desde un proceso de concientización. Este es el sueño que estoy buscando.